La depresión de los jóvenes
Así que para empezar, podemos
decir que no sabemos qué les pasa a los jóvenes, sabemos que hay cada vez más
cosas que son diagnosticadas como enfermedad. Un joven está preocupado, por
ejemplo: no sabe qué hacer. ¿Seguir estudiando? ¿Ponerse a trabajar? Sus padres
dicen una cosa, los amigos otra... en el verano trabajó un poco... la verdad no
fue muy agradable Muchas horas, poco dinero... si se mete en un módulo
quizás... Así que mientras piensa esas cosas, que tiene que decidir en un
plazo, sabiendo que alguien se enfadará con seguridad, porque no se puede
satisfacer a todo el mundo, está nervioso. Contesta mal. Se nota que no sabe
qué hacer. Los padres se ponen nerviosos, porque el chico un día decide una
cosa, oro día otra... Come peor, pierde peso... ¿Qué hacer? Lo que le sucede...
¿es una enfermedad?
Si espiamos lo que sucede en ese
otro salón... Una madre enciende la luz... se acerca y escucha detrás de la
puerta lo que sucede en una habitación. Abre la puerta. Enciende la luz. En una
cama, duerme un joven. Parece tener 15 años. Hace calor, y sin embargo, el
chico duerme tapado. Al levantar la manta descubrimos que el joven está
vestido. Una chica le tiene loco... quería marcharse al pueblo donde sabe está
pasando unos días con la familia... ¿qué hacemos? ¿A quién se lo llevamos para
que recuerde hacer caso a sus padres? A veces una decepción amorosa nos hace
creer que el mundo se viene abajo. Es difícil levantarse, no apetece comer.
Podemos diagnosticar, pero si ya nombramos depresión lo que muchas veces son
crisis de crecimiento... cómo hablar de la depresión de verdad... Y la
tentación de una medicación que solucione es muy fuerte.
Los padres se sienten fracasados.
Culpables. Sienten que no entienden lo que sucede a sus hijos, que quizás no
han sabido hacerlo bien... Y es verdad que no es fácil aligerar algunas de
estas cosas. O sin la intervención de un profesional es muchas veces casi
imposible restaurar el diálogo. Pero hay que saber que en última instancia se
trata de eso: diferenciar entre situaciones críticas que nos trae la vida y
enfermedad.
No venimos al mundo con manuales,
por eso es interesante pensar que no es necesario estar enfermo para consultar.
Prevenir es siempre mejor que actuar presionados por la necesidad de resolver
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