Si la limpieza de mi casa me preocupa enormemente, es
difícil que disfrute de las visitas. Ya se sabe, la gente hace migas cuando
come, trae suciedad en los zapatos, deja los vasos fuera del posavasos.
Si me obsesiona el temor a las enfermedades, o a los
gérmenes, es evidente que tendré dificultades para salir a la calle: ¿qué mayor
fuente de virus, gérmenes, infecciones, que los sitios públicos, el contacto con
otras personas? Si soy estudiante, no querré estar en clase, no podré estar en
sitios donde haya muchas personas. Tampoco
puedo utilizar el transporte
público y si la obsesión avanza, tampoco puedo acudir a visitar a mis familiares,
porque no puedo tocar los pomos de las puertas que no sé quién ha tocado antes.
Y no puedo utilizar otro servicio que no sea el de mi casa. En fin… y si he
tocado algo, o acudido a algún lugar, luego debo higienizarme largamente. Todo
esto hace que estas personas finalmente casi no puedan salir de casa, con lo
que se dificulta enormemente un trabajo,
unos estudios o las relaciones sociales.
Si queremos pensar en una compulsión, supongamos que un
amigo nos ha prestado un dinero, a devolver al cabo de cierto tiempo. Pero de
pronto se me ocurre que si no lo devuelvo ya, o al cabo de unos días, algo malo
le pasará a una persona de mi entorno…
A partir de allí, da igual que mi amigo no quiera ni
necesite ese dinero: debo devolverlo. Y eso es más importante que cualquier
cosa, porque de lo contrario seré
culpable de lo que suceda. No iré a trabajar o a clase, intentaré conseguir el
dinero como sea, y nada salvo realizar esa acción me dejará tranquilo. O no
puedo marcharme de casa sin verificar que están las luces apagadas, el gas
cerrado y… Por lo tanto cada salida se prolonga de manera tal que resulta
difícil cumplir cualquier horario.
Los padecimientos mentales no dejan de tener cosas en
común con los padecimientos físicos: siempre sentimos que nos vienen de fuera,
y que no somos responsables de ellos: ¿qué culpa tengo yo de haber pilado una
gripe? Si este año hay epidemia y… O: No sé por qué he pillado una depresión,
si en la vida las cosas me van bien… tengo familia, trabajo, y con lo que se ve
por allí. Así que solemos ir a los profesionales con la idea de: le llevo mi
cuerpo, o mi riñón, o corazón y arréglelo, o sáqueme estas ideas como sea… Pero
al igual que en las enfermedades sin un compromiso del paciente el médico poco
puede hacer, en el trastorno obsesivo compulsivo es decisiva la colaboración de
la persona afectada.
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