Aquí publicaré temas de psicoanálisis, cine, literatura. Algo de lo que veo y leo en nuestra ciudad
















viernes, 29 de enero de 2010

Días difíciles: la ansiedad II

Cuando se imaginan lo que sucederá, siempre es en términos de “desastre”: el examen me salió fatal, la entrevista me salió fatal... Se manifiesta entonces una gran exigencia: si no lo hago perfecto, está mal. Y como perfecto no existe, siempre está mal. En esos casos la persona se pone “intratable”. Cualquier argumento se estrella contra la certeza de que no podrá. 
Cuando la ansiedad persiste, aparecen trastornos del sueño, dificultad en las relaciones sociales. La persona intuye que no compartimos sus excesivas preocupaciones, o que no “le comprendemos”, por lo que se encierra en sí misma. E intenta diversos recursos para mantener las cosas bajo control. Por ejemplo, teme olvidar, y comienza a anotar cosas. A veces en una agenda o cuaderno especial para ello, pero a veces en papeles que va acumulando. Pueden ser cosas importantes o nimias, pero que en todo caso manifiestan que se siente que las cosas comienzan a escapar de su control.
Estos síntomas producen un gran malestar, descontento con la vida que se puede generalizar a cualquier ámbito de la misma: descontento con los estudios o el trabajo, o con las amistades. La ansiedad no sólo no suele desaparecer espontáneamente, sino que tiende a hacerse crónica, a ser el modo de respuesta a situaciones exigentes, o estresantes. Por eso es importante no creer que sea un tema de carácter, de modo de ser, de personalidad, con la convicción de que “soy así” y no tengo remedio.





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