La sensación de falta de tono vital, de ganas para hacer ciertas cosas, incluso cierto desasosiego en la vida cotidiana nos hacen recurrir a la expresión “angustiado”. Porque no se confunde con los nervios, por ejemplo, que se nos ponen en la boca del estómago frente a una situación importante, como una cita o una entrevista de trabajo.
La angustia, de alguna manera, nos pone nerviosos porque no sabemos qué hacer con ella. No siempre podemos atribuirle una causa, ya que, si nos ha ocurrido algo malo, una desgracia, un accidente, ¿por qué no nos ponemos tristes, que sería lo lógico?
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