.... a veces estos síntomas son más intensos y más duraderos. Ni siquiera es necesario que se produzcan inmediatamente después del parto, lo que sorprende aún más a quien se ve afectada por esta situación.
A veces se comienza por una sensación de extrañeza respecto del bebé, como si la madre dijera: ¿Y este, quién es? ¿Qué relación tiene conmigo? Y sobre todo: ¡Esto es para toda la vida! Estas frases, que a veces no llegan ni siquiera a formularse, producen culpa, y la mujer se siente triste gran parte del día. Tiene los síntomas propios de la depresión: o no duerme o duerme todo el día. No tiene apetito o come con exceso. Se le altera el humor, se muestra irritable o apática, y le resulta difícil relacionarse con el bebé, al que le cuesta cuidar, aunque a veces, tiene intervalos de tiempo en los que se esmera en demasía, para ocultar, ocultarse, lo que le sucede, pensando que son síntomas de que no quiere a su bebé como debería, o que no es una buena madre.
Este trastorno es más grave que la situación que describíamos al principio, no suele desaparecer espontáneamente y es fuente de gran sufrimiento, porque se mezcla con todas las ideas que la mujer tiene acerca de lo que significa ser madre. Y algo de razón tiene en el sentido de que observa que no está atendiendo del todo bien a su hijo, que padece sus cambios de humor. Si está dedicada exclusivamente al cuidado del hijo, este también verá alterado su sueño, o su apetito. Quizás se vuelva irritable y sea difícil calmarle si llora. En fin, la vida cotidiana se ve afectada por el trastorno en una situación, la del nacimiento y los primeros meses de crianza, donde toda la familia tiene que adaptarse. Por eso en estos casos se recomienda especialmente recurrir a un profesional, que contribuirá a que la familia se recupere, y recupere la alegría que conlleva un nacimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario